SERVICIO CON PROPOSITO PARTE 1

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Todo servicio que hacemos para nuestro Dios inicia, camina, se desarrolla y se logra con vida profunda de oración.

 


“Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica”

EFESIOS 2:10.

 


Fuiste puesto en la tierra con un propósito: para servir a Dios y a los demás.  No estamos en la tierra solo para respirar, comer, ocupar un espacio y divertirnos. Dios nos formó individualmente para que hiciéramos un aporte singular con nuestras vidas.

 


Dios te redimió para que hicieras su obra santa. Tú no eres salvo por buenas obras, sino para hacer buenas obras. En el reino de Dios, tienes un lugar, un propósito, un rol y una función que cumplir. Esto le da a tu vida un gran valor y significado. Una vez que has sido salvado, Dios intenta usarte en sus planes. Él te tiene un ministerio en su iglesia y una misión en el mundo.

 


“Él es quién nos salvó y escogió para su obra santa, no porque lo merecíamos sino porque estaba en su plan”

2 TIMOTEO 1:9 (BAD)

 


Jesús dijo: “Tu actitud debe ser igual a la mía, porque yo, el Mesías, no vine a ser servido sino a servir y a dar mi vida”

MATEO 20:27-28 (BAD)



Para los cristianos, el servicio no es opcional, algo que debe incluirse en nuestros horarios si disponemos de tiempo. Es el corazón de la vida cristiana. Jesús vino a servir y a dar, y esos dos verbos también pueden definir tu vida en la tierra. Servir y dar, son el propósito de Dios para tu vida.



Eres una obra de arte hecha a mano por Dios. No has sido fabricado en una línea de producción, ni ensamblado ni producido en cantidades industriales. Eres un diseño hecho a medida, una pieza original. Dios deliberadamente te hizo y te formó para que le sirvieras de una que hace tu ministerio único.


Dios no solo te formó antes que nacieras, sino que planeó cada día de tu vida para apoyar su progreso para formarte. Eso quiere decir que nada de lo que pasa en tu vida es irrelevante. Dios usa todo eso para formarte para que ministres a otros y para servirlo a él.



Dios no desperdicia nada. Él no te daría habilidades, intereses, talentos, dones, personalidad y experiencias a menos que tuviera la intención de usarlos para su gloria. Si identificas y entiendes esos factores puedes descubrir la voluntad de Dios para ti. La Biblia dice que eres maravillosamente complejo.



Para ser un siervo debes pensar como siervo: Dios está más interesado en por qué hacemos las cosas que en lo que hacemos. Los siervos piensan más en otros que en sí mismos. Se enfocan en los demás, no en ellos mismos. Esto es lo que significa “perder tu vida”, olvidándote de ti mismo para servir a otros.


Jesús se despojó de sí mismo tomando forma de siervo (Filipenses 2:7 PAR). No puedes ser siervo si estás lleno de ti mismo. Solo cuando nos olvidamos de nosotros mismos podemos hacer cosas que merecen ser recordadas.

 


Los siervos piensan como mayordomos, no como dueños. Recuerdan que todo le pertenece a Dios. En la Biblia, un mayordomo era un siervo al que se le confiaba una propiedad. El servicio y la mayordomía van juntos, puesto que Dios espera de nosotros que seamos dignos de confianza en ambos aspectos. La Biblia dice:


“La única cosa que se requiere para ser tales siervos es que sean fieles a su señor”1 CORINTIOS 4:2 






Los siervos verdaderos hacen lo mejor con lo que tienen. No tienen excusas, ni postergan ni esperan mejores circunstancias. Solo hacen lo que se requiere. Dios espera que hagas lo que puedas con lo que tienes, dondequiera que estés. Los siervos verdaderos cumplen sus tareas con la misma dedicación.



Siguen las instrucciones de Colosenses 3:23 “Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo”


Jesús se especializó en tareas humillantes que otros evadían. Él nunca se consideró por encima de nada, porque vino a servir. Él hizo todas estas cosas y no fueron molestia para su grandeza, lo hizo porque quiere que sigamos su ejemplo.



Los siervos piensan en su trabajo, no en lo que otros hacen. No comparan, critican, ni compiten con otros siervos o ministerios. Están muy ocupados haciendo el trabajo que Dios les asignó. Los siervos verdaderos no se quejan de las injusticias, no viven lamentándose ni se resienten con quienes no están sirviendo. Solo confían en Dios y continúan sirviendo.


Los siervos basan su identidad en Cristo. Dado que ellos recuerdan que fueron amados y aceptados por gracia, no tienen que probar su mérito no se sienten amenazados por tareas “inferiores”.


Uno de los ejemplos más conmovedores de servicio es la imagen misma que Jesús muestra cuando lava los pies a sus discípulos. Los siervos piensan en el ministerio como una oportunidad, no como una obligación. Disfrutan ayudando a la gente, supliendo sus necesidades y realizando su ministerio.


Sirven al Señor con regocijo (SALMO 100:2). Dios te usará si comienzas a actuar y pensar como un siervo.


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